ponderante en el ámbito de la prensa, la ciencia, la economía y la cultura.
En la mente de Hitler, esa combinación situaría a los judíos en el epicentro de sus miedos y sus frustraciones, convenciéndose a sí mismo de que, detrás de la inquietud social que él intuía, existía una conspiración mundial de los judíos para destruir y subyugar a los pueblos arios, como un acto de venganza ante la propia inferioridad. Para él, el judío era responsable de todo, desde el modernismo que tanto le disgustaba en la música y en las artes plásticas, hasta la pornografía y la prostitución. Según Hitler, el judío era el responsable tanto de la explotación de las masas por el capitalismo como de su opuesto, la explotación de las masas mediante el socialismo.