Abigail Shrier describe cómo en los últimos años se ha disparado el número de jóvenes que, de pronto, descubren que son “trans”. Se trata de jóvenes que no han tenido disforia de género hasta ese momento, que en muchos casos no han tenido experiencias amorosas o ni siquiera han dado su primer beso, que están incómodas con sus cuerpos, que sienten ansiedad o depresión, y que en muchos casos son además anoréxicas o se auto lesionan. Un gran porcentaje, además, está dentro del espectro autista.