Lorena Pronsky

Siempre creí que, cuando se cierra una puerta, se abre el Universo entero. No me vas a encontrar porque me estoy yendo. Casi que ya me fui.

Así se destruye un mundo. Así se construye el mío.

Ya sé que me querés. Y también sé que no me elegís. No cabe, en este bolso insulso que me llevo, un encuentro inútil cargado de soledad y abandono.

La gente que quiere no abandona, no me vengas con boludeces. Ya está. Me planto acá.

No vamos a suceder. Así lo querés. Así lo elegiste. Y así lo supe siempre.

Me voy. Ya guardé un par de trapos y estoy cerrando el bolso junto con esta historia. Ya sé que rompí mi promesa impunemente, o te la hice romper a vos.

Ya no te mueve ni un pelo. Se nota. No seas boluda. Se te nota.

No sabés, ni siquiera, hace cuánto tiempo que dejaste de ser vos.

Esquivás los espejos por miedo a no verte ni siquiera en el reflejo. Y tenés razón. No te vas a ver. No estás más. Hace rato que te fuiste de vos misma.

Dejá la foto para el cementerio y viví tu vida de verdad. Latiendo a cada segundo. Volvé a vos. Buscá tu lugar en tu mundo, ese que hace rato postergaste por una foto del orto que no le importa a nadie.

Te extraño como si te hubieras ido de viaje a la luna. Porque en el fondo sé que te fuiste nomás. Con esa angustia, te extraño. De esas que saben que no vas a volver nunca más. Nunca más.

Hay un Cielo. Hay un sol.

Hay gente que sí me quiere, y un montón. Hay mucho. Y sobre todo, me tengo a mí. Nada puede estar mal.