Le digo mi hermano fue siempre la persona que más quise en el mundo y se murió. Iba a contarle detalles del entierro, de cómo frente a la imagen de su féretro, bajando a la tierra, yo sentí que me arrancaban, despellejándome desde el pecho, un trozo de cuerpo –mi tórax: de ahí la sensación de la herida debajo de las tetas–. Pero me quedé en silencio y no le dije nada.