Bajo los regímenes fascistas, el odio hacia los intelectuales es aún más intenso. El 1º de mayo de 1933, Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda nazi, organiza en pleno centro de Berlín, frente a la universidad Humboldt, una quema de libros, y pronuncia un discurso en el que explica que “la era del intelectualismo” está terminada, refiriéndose con desprecio a los “literatos de asfalto” (Asphaltliteraten) –ya que el asfalto era el símbolo de la ciudad desfigurada por la Modernidad–.