Sonya Renee Taylor

La aceptación no debe confundirse con la conformidad o con la propuesta de resignación a la violencia y a los males del mundo

¿Qué pasa con la infancia que navega la pubertad en un cuerpo gordo, o en un cuerpo con una enfermedad crónica? Nuestras experiencias de vergüenza corporal llueven sobre mojado, sobre el impacto de las intersecciones de nuestras identidades.

Nuestra rápida evaluación de la diferencia puede entenderse a través de una dinámica psicosocial llamada «sesgo endogrupal».

Todos los mensajes que recibimos en la infancia nos dicen algo, no solo sobre nuestros propios cuerpos, sino también sobre los cuerpos de otros.

La vergüenza corporal es a menudo un resultado de nuestra emergente consciencia sobre nuestra propia diferencia.

¿Has dicho alguna vez alguna de las siguientes frases? «Yo no veo el color». «Somos todos iguales». «No me importa si una persona es blanca, negra, lila o lo que sea». «Ya está sacando la “carta de
la raza”».

Los cuerpos de los niños y niñas no son propiedad pública. Educar durante la infancia en ideas
como la autonomía corporal, la privacidad
y el consentimiento es clave a la hora de
criar humanos en el autoamor radical.

quellos primeros mensajes se les quedaron clavados y definieron el concepto que ellas tenían de su propia dignidad y valor como personas

Según reflexionamos sobre cómo se originó nuestra vergüenza corporal, accedemos de forma potente a una empatía más profunda hacia todos los cuerpos.

cuando no nos vemos a nosotros mismos reflejados en el mundo que nos rodea, sacamos conclusiones sobre esa ausencia. La invisibilidad es una declaración. Dice algo sobre el mundo y sobre nuestro lugar en él.