Sonya Renee Taylor

La aceptación no debe confundirse con la conformidad o con la propuesta de resignación a la violencia y a los males del mundo

Cuando somos incapaces de no hacer daño, nuestro trabajo es hacer el mínimo daño posible.

vivimos en sistemas que nos fuerzan a juzgar, a devaluar y a discriminar contra los cuerpos de otros.

«una cultura obsesionada con la delgadez femenina no tiene una obsesión con la belleza femenina, sino una obsesión con la obediencia femenina.

No podemos hablar de los cuerpos sin hablar de los sistemas que gobiernan nuestros cuerpos.

hay cada vez menos y menos cuerpos diversos representados en nuestro gobierno «representativo».

la mayor parte de nosotros vive en la intersección de género, edad, raza, discapacidad, etc., donde nuestras identidades se solapan.

usar cuerpos por defecto para establecer una jerarquía social y distribuir poder y recursos es un fenómeno global.

la vergüenza corporal y la opresión son ambos síntomas y herramientas de un sistema mucho más complejo y amplio de acceso y de recursos. Un sistema que impacta no solo cómo nos sentimos sobre nosotros mismos, sino también nuestras oportunidades y capacidades de prosperar en el mundo.

Entrecruzándose con nuestro género, orientación sexual, raza, tamaño, edad y capacidad, nuestros sistemas constantemente apoyan o denuncian a nuestros cuerpos, nos comunican lo que deberíamos o no deberíamos considerar válido respecto a los cuerpos de otras personas, y al mismo tiempo nos detallan qué deberíamos o no deberíamos aceptar sobre el nuestro.