sobre todo en casa de Brigitte. La señora Desfontaines, siempre presente, atareada en la cocina, de aquí para allá, lavando esto, cosiendo aquello, y prohibiéndonos entrar en el comedor, que lo ponéis todo perdido. Universo menudo, donde me parecía que se ocupaban de pequeñas cosas, sacarle brillo a las manijas de las puertas, un gustazo, y luego esos cinco minutos largos preguntándose si iban comer macarrones