Lo que obstruye nuestra naturaleza esencial (es decir, aquello a lo que Pattabhi Jois se refiere como “los enemigos del corazón”), es nuestra tendencia habitual a aferrarnos a la dualidad. Esta inclinación a aferrarnos se refuerza una y otra vez, ya que se requiere de una buena cantidad de quietud y reflexión para comprender que el modo en que experimentamos la vida está limitado por las huellas condicionadas que llamamos saskāras. Por eso las posturas de yoga y la meditación son tan importantes: nos muestran cuán limitados son estos movimientos. Las posturas de yoga nos preparan para prescindir de la necesidad de aferrarnos a la dualidad. Se inicia al unir y fusionar la respiración y la mente. Cuando la mente y la respiración se unen en una acción, ¡la dualidad se disuelve, desaparece, se esfuma! Lo que queda es ilimitado y está más allá del tiempo; Patañjali lo denomina śūnyatā (vacuidad).