Lo contempló fijamente, con los labios entreabiertos. ¿Feliz? Qué palabra más pobre, corriente, cotidiana. Pero ¿qué se podía decir, cómo se podía describir? Era como si sintiera la necesidad de salir de sí misma, como si fuera demasiado pequeña para contener tanta alegría, como si estuviera inundada de luz.