Ah, la casa de Brewer! —El hombre asintió al reconocerla—. Bueno, sí, sé dónde está. Es cierto que oí que una señora extranjera la había comprado. En verano subió a unos cuantos del pueblo para acondicionarla, para arreglar el tejado, los jardines y eso. Creo que ha contratado a la chica de Bob Culler, Natalie, para la cocina