Proteico y multiforme por naturaleza, el espectro es la condición misma de todo aparecer en imagen y, por ello mismo, puede adoptar cualquier apariencia. De modo que la “identidad” y el “reconocimiento” en la ipseidad de la forma es sólo una prerrogativa pragmática (en relación a los hombres) pero no una definición de la esencia espectral que, por el contrario, es esquiva a toda identidad y a todo reconocimiento ya que lo mismo y lo otro, como elementos de una filosofía de la comunidad humana, no se aplican a una entidad capaz de reunir, en sí misma, todas las potencialidades del aparecer.