¿Cómo nos situamos ante una tarea concreta e inesperada? ¿Deseamos demostrar nuestra competencia o rápidamente ofrecemos ayuda al resto? ¿Somos capaces de pedirla cuando la necesitamos o directamente descalificamos la actividad antes que reconocer nuestra propia incapacidad para hacer un avión de papel? ¿Somos capaces de disfrutar de propuestas alternativas a lo esperado o necesitamos el tranquilizador territorio de la racionalidad? ¿Somos capaces de aceptar lo inesperado como algo importante en el aprendizaje? ¿El error es una fuente de aprendizaje?”.