Por un lado, tenemos a los briófitos (musgos y parientes próximos), plantas minúsculas que se reproducen por esporas y que viven pegadas a rocas y troncos, normalmente en zonas de alta humedad. Por otro lado, están los helechos, plantas de porte medio algo más independizadas del agua, pero que se siguen reproduciendo por esporas. Finalmente, están los espermatófitos, plantas que generan un embrión envuelto en una armadura que los protege (la semilla). Es en los espermatófitos donde encontramos una mayor adaptación a la tierra seca, y es la semilla una de las innovaciones más determinantes, hasta el punto que podemos dividir estas plantas en dos grupos, las gimnospermas (literalmente, ‘semillas desnudas’, que carecen de flores y frutos) y las angiospermas (‘semillas cubiertas’, que sí los presentan).