En este dejarnos ir vamos alcanzado otro modo de existencia, renunciando a afirmarnos atrincheradamente para vivir en estado de receptividad y transparencia. La disminución de nuestra voluntad de afirmación deja paso al Hijo y nos hace Hijos. La filiación nace de la conciencia cada más nítida de no pertenecerse a uno mismo, sino de saberse continuamente recibido. Este despertenecerse hiende regiones hacia la Otredad, una Otredad que nos dispone a recibir la alteridad de los demás y nos rescata del exilio de vivir blindados.