—Es suficiente —dijo Lina cubriéndose de nuevo—. Soy lo que soy. Y espero haber demostrado ser lo que esperan de mí: una pieza del destino, un enunciado oracular, un signo profético, por que icemos siempre airosos el pendón victorioso de la Universidad; por su azul y oro lucharemos sin cesar, cubriendo así de gloria su nombre inmortal. México, Pumas, Universidad…