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Reinaldo Arenas

  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Nadie puede detenerse ya.
    Nadie puede detenerse nunca.
    (La sabiduría no está en saber empuñar
    sino en saber deshacernos de lo que quizás hubiera sido un consuelo o nos hubiese aferrado a la costumbre de una grata maldición).
    Con tus desteñidos colores de siempre, remendados, gastados, bien almidonados.
    no te detengas.
    Con la misma forma triste de elegir y despreciar, de investigar; no te detengas.
    Con la certeza de que ni aquí ni allá ni en ningún sitio, pero sigue, pero
    sigue.
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    La ciudad. Puta en llamas, puta mil veces ofendida. Puta recogiéndose sobre sus escorias húmedas:
    La ciudad.
    Reclínate.
    No mires aquel costado donde el humo abofetea siempre
    los umbrales del futuro abyecto,
    del presente abyecto,
    del abyecto pasado.
    Reclínate
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Deja la llave.
    No te preocupes por sacudir los libros,
    si llego tarde o con quién ando,
    si en mi infierno ocupas algún sitio.
    Ah, no me menciones, no intentes regresar.
    No pretendas asestarme una ofensa memorable
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Mi pobre bestia negra,
    mi fantasma; mi oscuro propietario.
    Ah, mi horrible, mi intransigente bestia,
    inevitable.
    Cuánto has sufrido.
    Cuánto te falta aún.
    Siempre a mi lado.
    Al alba los colores se confunden
    con el histérico temblor de las pestañas.
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Digo culo, y es como si dijera
    buenas tardes.
    Digo coño, y es como si reafirmase
    amo la música.
    Digo Dios, y es como si anunciara
    ya me marcho
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Cállate.
    Es cierto
    que algunas veces el miedo
    tomó dimensiones físicas, palpables.
    Temiste que entrara por la ventana
    como algo ennegrecido y fulminante.
    Era la euforia, era el terror.
    Era la dicha de saber que al fin.
    ¡Al fin!
    Es cierto
    que vigilaste atento detrás de la ventana
    no para protegerte (cómo)
    no para huir (a dónde)
    sino sencillamente para disfrutar de ese acto final
    caro y único
    con que exquisitamente suele premiarse la autenticidad
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Yo, en la hamaca, me dedicaba a aguantar la respiración
    y a encontrar agradable el coro de las ranas
    (evidentemente erotizadas)
    instaladas en el mosquitero.
    Percival,
    estás triste,
    pálido como el espanto,
    y aunque no has envejecido, nada puedo agregar en tu favor. Estás inmóvil y llorando bajo la lluvia siempre, borceguíes desteñidos, cara de arcabucero, anacrónica estampa del desconsuelo en este paisaje donde a falta de mitos cultivamos toronjas
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Tú, añorando las tolvaneras de un dudoso palacio que se disuelve.
    Yo, queriendo volver al corredor donde la humedad del enyaguado
    dibujaba monstruos considerables.
    (Escenografía sujeta a la escala social).
    Tú en Munsalwasche,
    dudando por piedad de Dios mismo.
    Yo en Catalina de Güines revisando el marxismo.
    Tú «admitido en la Tabla Redonda».
    Yo obligatoriamente concurriendo a la Asamblea.
    Tú en el bosque, educado por tu madre.
    Yo en el estupor, buscando el rio.
    Tú estampando tu espanto en 45 mil octosílabos de rima pareada.
    Yo ofendiendo las divinidades recientes.
    Tú apurando el vaso donde José de Arimatea había recogido la sangre de las llagas de Cristo
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Tú en la oscura tenebrosidad.
    Yo en las lívidas iluminaciones.
    Tú en el preludio de un discurso orquestal y las voces de los caballeros que cantan hosanna.
    Yo histérícamente consumiéndome entre la osamenta fastidiosa de los himnos nacionales.
    Tú, negra armadura, lanza, escudo, yelmo,
    puro, loco.
    Yo, guámpara, cantimplora, botas de cuero, guantes,
    artefactos para el sol, anteojos de alambre,
    estúpido, pensando
  • Rafael Ramoshas quoted2 years ago
    Inteligentemente restauras las apariencias con el día. Dulcemente, piadosamente, amorosamente, me concedes un ligero pestañeo y un roce con el codo en la rodilla. Te contemplo. Atraviesas una etapa de clásica hermosura.
    Sonríes.
    Qué hemos hecho
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