No solo el viento de los acontecimientos me remueve según su inclinación; además, me remuevo y me turbo a mí mismo por la inestabilidad de mi actitud. Quien se observe bien, no se encontrará dos veces en el mismo estado. A veces doy un rostro a mi alma; a veces, otro, según el lado sobre el que la acuesto. Si hablo diversamente de mí se debe a que me miro con diversidad.
En mí se encuentran todas las contradicciones, según modos y maneras: vergonzoso, insolente, casto, lujurioso, charlatán, taciturno, laborioso, delicado, ingenioso, alelado, airado, bondadoso, sincero, sabio, ignorante y liberal y avaro y pródigo… Todo eso lo veo en mí en ocasiones, según como mire. Y cualquiera que se estudie atentamente encuentra en sí mismo, y hasta en su propio juicio, esta volubilidad y discordancia. Nada puedo decir de mí entera, simple y sólidamente, sin confusión y sin mezcla. «Distingo» es el término más universal de mi Lógica.