Poeta de la travesía de las cosas y su memoria u olvido, de recuerdos y meditaciones, transparentemente lo es también, más allá de toda reducción, del campo y la lluviosa tierra natal que hasta con olores trae a la página una y otra vez. Eso se da en esta poesía de forma preciosa, no falta la dulzura. Pero las utopías son anhelos, imposibles, no realidades. Es quizás por esto que ante todo Teillier es un cantor de lo irreparable, de los trenes que ya no corren, de los pueblos sin prisa, de los dominios perdidos, y por ende también un poeta de la sospecha. No hay huida en su poesía, sólo conciencia y añoranza.