El punto de partida de este estado de cosas fue la masacre de Piazza Fontana, en Milán, el 12 de diciembre de 1969, la madre de todas las masacres, como se la ha llamado a menudo; aunque para delinear un origen preciso en este sentido habría que partir de la masacre de Portella della Ginestra, en Sicilia, el 1 de mayo de 1947. Y es precisamente en el atentado de Piazza Fontana donde Pier Paolo Pasolini centró sus investigaciones como intelectual y periodista, como podemos leer en documentos inéditos relativos a un intercambio epistolar entre el escritor y un antiguo neofascista implicado en dichas masacres.