Karina Sosa Castañeda

Soy despiadada: en el fondo la muerte de mi madre es un pretexto literario. Un recurso más para paliar mi angustia

Ojalá fuese así. Ojalá con los muertos se esfumaran de la tierra cada uno de los objetos que los acompañaron en vida.

Solo los diarios que he escrito durante los últimos diez años, a los que llamo Una mujer sin importancia

Apunto en mis diarios una frase de Onetti: “Es cierto que no sé escribir, pero escribo sobre mí mismo”.

Mi padre odia las listas. Dice que no cumplen ningún objetivo en el mundo. Yo hago listas para desquiciar a mi padre. Lo desquicio en secreto.

Mi padre, al igual que casi todo el mundo, no sabe nada de mí.

extrañaba mi caverna, la humedad, ser una extranjera en una ciudad donde eres un fantasma, donde siempre estás solo. Extrañaba eso: no pertenecer.

Pero era absurdo, en mi mente estaba la idea de la fuga, de huir. Las mascotas son un vínculo con las ciudades, nunca terminan de ser felices en otro sitio

Leo una línea, en un libro: “¿De dónde viene tu pasión por desaparecer?”.

Papá me ha llamado Ka desde siempre, una contracción de mi nombre: Karenina. Como una suicida. Como una criatura que Tolstói imaginó desde antes del nacimiento de mis padres. Karenina