Quisiera recobrar tus palmas,
borrar de un roce
de labios tus ojeras,
amonestar la nuez del corazón
y su descuido,
curarte el lagrimón de la barbilla,
mi pobre muerto.
Pero la tierra es una caja dulce
que, dijo no sé quién, gravita,
y no te quedarás
en simple donación a los gusanos