—Mi niña está habitada por voces que hablan de cosas horribles.
—Cómo así.
—Personas malignas, espíritus del mal, padre, que hablan a través de los labios de mi niña.
—No le entiendo —dice el sacerdote frunciendo el ceño.
—Casi siempre es por las noches, cuando se va a acostar. Las personas entran dentro de ella y comienzan a decir obscenidades, a insultar, a predecir hechos terribles.
—¿Usted me está diciendo que su hija está posesa?
—Por demonios, padre, por espíritus que vienen del infierno.
—Cómo se le ocurre —dice el padre Ernesto moviendo los brazos y la cabeza negativamente.
—Sí, padre, tiene que verlo con sus propios ojos.