). El novelista habla a un lector solo, lo invita a replegarse en sí mismo, en su hogar, en su sillón y en su condición. El cuento es comunal, no tiene dueño, y la novela es individual, propiedad privada. Proyectados sobre el tablero político, el cuento prefigura el socialismo porque colectiviza la empresa de salvarse, y la novela es una hipérbole liberal que subraya que estamos solos y que no hay salvación. Porque el narrador quiere salvar el mundo y postula, inasequible al desaliento, que tal salvación es verosímil