Él con la flora y ella con la fauna muestran a la historia del arte la estrecha relación que existe entre la domesticación y la pintura. Los artistas luchan contra el mundo para que entre en la jaula sin morder y sólo quedan satisfechos cuando han domado a la naturaleza y la hacen interpretar el gesto del que se encaprichan. Porque su ego es el origen de todo: pone la luz y las sombras, hace brillar unos colores y apaga otros, su ego mueve montañas y desplaza ríos, altera horizontes y reconstruye la perspectiva. Ni siquiera los más naturalistas se sometieron a la humillación de la mímesis. La realidad no era el fin, sino el medio