El sacerdocio, siempre aliado con el poder. En última instancia, y visto desde una perspectiva puramente materialista y moderna, se trata de conformar a los no privilegiados para que acepten la desigualdad social como lógica y conveniente dentro del orden cósmico sancionado por los dioses. Ése es el objetivo final, cínico y realista, de las religiones, por evolucionadas que sean: conformar a los explotados y mantenerlos sometidos al poder. Es la función social, utilísima y necesaria, del sacerdocio y de la Iglesia.