No hemos sido entrenados para saber qué hacer cuando los paradigmas a los que estamos habituados comienzan a quebrarse, por eso tendemos a aferrarnos a lo viejo aunque ya no sirva, a refugiarnos en la pasividad del “así tendrá que ser” o la falsa comodidad de culpar a las circunstancias o a otros de los propios fracasos, frustraciones, errores e inconvenientes.