Con el descubrimiento de que los nervios reaccionaban a la estimulación eléctrica, en el siglo XIX el cerebro empezó a ser visto primero como una especie de red telegráfica y después, a partir de la identificación de las neuronas y las sinapsis, como un conmutador telefónico, que permitía una organización y una producción flexibles (esta metáfora se sigue usando a veces en artículos de investigación).