En términos biológicos el dolor es, desde luego, una función de la conciencia, ya que el sufrimiento de aquél crece en proporción a ésta, o lo que es lo mismo, se incrementa cuanto más complejo es el desarrollo cortical de una especie. ¿De verdad desearíamos no haber probado aquel fruto? ¿No significaría eso conformarse con seguir siendo simios o con ser algún tipo de criatura que no sienta dolor, como el ciempiés? En el Génesis, por lo tanto, el origen del dolor se justifica como el precio a pagar por la conciencia que nos hace humanos.