La historia del ser se escribe allí, con esa tinta existencial y esa carne que se oculta, ese cuerpo que aprende como un animal la soledad, el abandono, el aislamiento, el fin del mundo... Apartado de las costumbres, los rituales, las caras conocidas y los lugares íntimos, me encuentro solo en el universo, experimentando el infinito pascaliano y el vértigo que le sigue. Vórtice del alma y de los modos de sentir...