Jack, desaparecido hacía cien años, no había envejecido nada. Y aquí estaba en el libro, pintado con el mismo pelo despeinado, hoyuelos rosados y sonrisa torcida que hacía suspirar a las niñas de Gavaldon. Solo que ahora tenía una planta enorme en su jardín y debilidad por las habichuelas mágicas. Mientras tanto, Angus el gamberro pecoso de orejas puntiagudas, que había desaparecido junto con Jack el mismo año, se había transformado en el gigante de orejas picudas y pecas que vivía en la punta de la planta de habichuelas de Jack. Ambos habían encontrado la manera de llegar a un cuento de hadas. Sin embargo, cuando los niños de la aldea expusieron su «Teoría del libro de cuentos», los adultos respondieron como suelen hacerlo: les dieron una palmadita y volvieron a concentrarse en sus teorías de tubos de desagüe y caníbales.