cuando la preocupación excesiva, el miedo y el pesimismo anidan durante demasiado tiempo en nuestro cerebro, se van a producir unos cambios bioquímicos que afectarán a nuestro cuerpo, produciendo una hiperactividad neurovegetativa. Esto dará lugar a una aceleración de órganos y sistemas del cuerpo, lo cual conducirá a síntomas muy molestos que pueden incapacitarnos para poder llevar una vida normal, como, por ejemplo: problemas digestivos, micciones frecuentes, palpitaciones, tensión muscular, hiperventilación, taquicardia, ahogos, mareos, sudoración excesiva, etc.