He aquí un pensamiento intruso que he tenido mientras escribía este párrafo: «Espero que con esta tormenta se vaya la luz y así no tendré que seguir trabajando». El pensamiento llegó aleteando, y no hice nada con él. Pero la cuestión es esta: si me hubiera preocupado por mi mente, mis motivaciones o mis pensamientos, podría haberme sentido incómodo. Podría haberme preocupado por lo que el pensamiento quizás implicase. ¿No tendría que disfrutar de mi trabajo? ¿Quiere esto decir que debería jubilarme? ¿Estoy agotándome? ¿Puede que esté deprimido y por eso quiero una excusa para no escribir este libro? ¿Por qué no me concentro? ¿De verdad quiero que se vaya la luz? ¿Qué es lo que me ocurre para pensar eso? O podría preguntarme si no será que he recibido un mensaje especial y mi pensamiento significa que realmente va a irse la luz, en cuyo caso debería conseguir velas ya. En lugar de eso, no hago nada al respecto. Al momento, pasa. No era más que un pensamiento en el que no merece la pena detenerse. Vuelvo a la escritura.