No quería que nuestras manos inocentes tocaran el motivo de sus penas, y al mismo tiempo tampoco quería tener que deshacerse por completo de sus recuerdos, porque la mantenían viva. Daban sentido a los días que le quedaban, y al mismo tiempo demostraban que no había tenido compasión con las dificultades que le habían salido al paso.