e quedé aún más muda, por lo que Lulú, Mistral o el Espíritu me dijo:
—¿Sigues sin poder hablar? Está bien,
sahiradenisehas quotedlast year
dorso de la mano de su esposa. No le importaba siquiera que ella estuviera embarazada. Un día la mujer no aguantó más y le quemó la mano del mismo modo que él lo hacía, sólo que ella usó la plancha de la ropa.
sahiradenisehas quotedlast year
Todos podemos cambiar de piel: el desierto, los animales, las plantas, hasta los hom