persona a la que casualmente me hallaba investigando en ese momento? Ahora bien, si se trataba de un engaño, el señor Grey se había tomado muchas molestias, entre ellas, que no era poco, escribir a mano los propios documentos. Decidí realizar unas cuantas comprobaciones. Los cuadernos (libretas escolares baratas de la marca Silvine, de hecho) eran de un modelo muy asequible en la época. No estaban fechados, pero varias referencias en el texto apuntaban a que los hechos descritos no podían sino haber acaecido en el otoño de 1965, cuando Braithwaite ejercía, en efecto, en Primrose Hill y estaba a punto de alcanzar la cumbre de su fama. Las páginas de Antiterapia pegadas con cinta adhesiva al primer cuaderno corresponden a la primera edición, la cual no habría sido fácil de conseguir a posteriori, y esto apuntaba a que la redacción de los cuadernos era contemporánea a los hechos. Muchos de los detalles casaban con lo que yo había leído en el archivo de la universidad o en artículos de prensa de la época. Aunque eso no demostraba nada. Si los cuadernos eran falsos, al autor no le habría hecho más falta que llevar a cabo las mismas indagaciones que yo. Otros detalles eran menos precisos. Por ejemplo, el nombre verdadero del pub que aparece en la narración es Pembroke Castle, y no Pembridge Castle, que es como se refieren a él en el texto. Pero esta clase de error parecía más propia de una autora que estuviera trasladando sus pensamientos de forma inocente al papel que de una persona que buscase perpetrar una superchería. Los cuadernos contenían, además, un cameo muy poco favorecedor del propio señor Grey, una aparición que costaba creer que él mismo hubiese incluido de haber sido el autor.
Luego estaba la cuestión del motivo. No se me ocurría ninguna razón por la que alguien podría querer llegar a semejantes extremos para engañarme. Y parecía igual de improbable que el objetivo fuera desacreditar a Braithwaite, cuya carrera había acabado en la ignominia de todos