relación armónica con los espíritus de su entorno, pues eso le asegurará la provisión de alimentos y caza y por ende la sobrevivencia. (Mayo, 2001). Respetar y mantener el equilibrio con la naturaleza; recuperar o restaurarlo si se ha perdido, es al mismo tiempo un concepto de unidad fundamental del ser, más allá de la diversificación fenoménica de las formas y por lo tanto de la correspondencia de cada parte del cosmos con todas las demás lo que puede considerarse en la base de la tradición mágica: “Unidad sustancial que anula toda distinción contingente entre espíritu y materia, resolviéndola en una cadena de correspondencia, de semejanzas, de continuidad, de identidades”.