«No son los libros los que nos pertenecen», me había dicho; «somos nosotros los que pertenecemos a ellos, pues contienen el sentido de la existencia. En sus páginas se encuentra la verdad, y si un día necesitas respuestas o un sitio en el que te sientas a salvo, volverás a ellos. ¿Me oyes, Dorian? Siempre volverás a ellos».