odo empieza en los primeros años de infancia. Cuando los niños tienen unos cinco años son capaces de imaginar el futuro, predecir acontecimientos y distinguirlos del pasado y el presente. Por eso, cuando tenían más o menos esa edad, mis gemelos empezaron a darme pequeñas listas de lo que querían para su cumpleaños con varios meses de antelación. Cuando lleguen a la adolescencia habrán desarrollado una sofisticada capacidad para los viajes mentales en el tiempo, que permiten pronosticar y planificar en largos periodos