En general, los estudios de la oralidad intentan descubrir qué formas (adverbios, verbos, marcadores del discurso, etc.) y qué mecanismos (orden de palabras, modos de argumentación, repetición, presencia/ausencia de determinados miembros, gestos, etc.) relacionados con la modalidad oral han “participado” –de forma consciente o inconsciente– en la consecución de unos efectos discursivos; se trata, por tanto, de enfrentarse con el empleo de los signos y los modos como se han combinado para expresar una intención determinada. Tales formas, mecanismos y efectos discursivos aparecerán envueltos en una historia, en una conversación entre dos amigos, en una entrevista, en un debate, en un discurso parlamentario, en un discurso asimétrico, etc. En el Cuadro 1, presentado ya en Cortés (2008: 63), podemos ver algunos supuestos trabajos discursivos que darían prioridad a uno u otro nivel.
CUADRO 1
Niveles discursivos: formas, mecanismos y efectos
El trabajo ideal sería aquel que, basado en un amplio corpus, entrelazara los tres ejes para urdir el acercamiento discursivo.