—Charlie Parker. Él realmente era especial. Y nadie lo escuchaba siquiera. ¿Sabes cuántas personas hay que ni siquiera lo escucharon?
—¿Puedo darte algo de café? —le pregunté.
—Nat Hentoff nunca lo escuchó, ni Louis Armstrong. Joe Glazer nunca lo escuchó. Ni Milton Berle. Ornette Coleman se quedó en la puerta y no lo escuchó. Ni siquiera Dizzy. Unas cuántas personas. Duke Jordan lo escuchaba, su pianista, pero él no cuenta porque está muerto, o lo mismo que muerto. Gerry Mulligan lo escuchaba, ese niño rico, y dejó su pueblo porque había escuchado a Bird y tomó su sax y lo siguió. Chet Baker lo escuchó, otro niño blanco, y Jimmy Knepper, todos chicos blancos. Pero su mánager nunca lo escuchó. Sólo escuchaban sobre él, escuchaban que era bueno y entonces hicieron dinero de él. Él era algo especial. Él lo dijo todo. ¿A dónde vas cuando todo está dicho?