A diferencia de sus hermanos, Aqui distinguía entre el tamaño de la falta y el del castigo, sabía que no tenían por qué corresponderse y que, de hecho, casi nunca se correspondían. Uno podía recibir un castigo muy grande por una falta pequeña o incluso inexistente, y también al revés: no recibir castigo alguno a pesar de haber sido malo o muy malo. Decidió que debía trabajar en esa dirección, la de la supervivencia por compensación.
Incapaz del rencor, del deseo de venganza, Aqui se centró en caminar por una línea recta, sin perderse en el rodeo de los sentimientos innecesarios.
Por esa razón, nadie jamás pudo doblegarlo lo más mínimo.