Nuestra historia ha estado siempre, espiritualmente, ligada a la tierra. Nuestra relación con la tierra no es solo de extracción, para recoger sus frutos y cosechas, sino de veneración. Cíclicamente nos renovamos con sus fuerzas. Las fuerzas de la tierra a las que respetamos y a las que hacemos propicias cumpliendo con nuestros rituales.