En la práctica es imposible documentar con absoluta certeza la extinción de una especie o grupo. Formalmente hablando, no podemos asegurar que la extinción de una especie sea una realidad científica, pues siempre cabe la posibilidad de que algún individuo de esa especie exista todavía en algún rincón remoto del planeta. De esta manera, hay todavía esperanzas de encontrar con vida algún pájaro carpintero imperial, una especie de los bosques mexicanos que no se ha observado desde 1956,4 o algún baiji o delfín chino de río, un cetáceo sin registros verificados desde finales del siglo XX.5