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Elena Ferrante

  • Melany Gómezhas quoted10 months ago
    ¿Acaso era posible? ¿Me había arrastrado con ella con la esperanza de que como castigo mis padres dejaran de enviarme a cursar el bachillerato elemental? ¿O me había llevado de vuelta volando precisamente para evitarme ese castigo? ¿O acaso —todavía me lo sigo preguntando— había querido las dos cosas en momentos distintos?
  • Cristinahas quotedlast year
    Sin duda, me decía, seguramente la redacción sobre Dido es mía, la capacidad de formular bonitas frases es algo que sale de mí; sin duda, lo que escribí sobre Dido me pertenece; pero ¿acaso no lo elaboré con ella, no nos estimulamos mutuamente, acaso mi pasión no creció al calor de la suya?
  • Cristinahas quotedlast year
    Era un temor antiguo, un temor que no había superado: el miedo de que al perderme trozos de su vida, la mía perdiera intensidad e importancia.
  • lectorairidiscentehas quoted10 months ago
    Hace por lo menos treinta años que me dice que quiere desaparecer sin dejar rastro
  • lectorairidiscentehas quoted10 months ago
    en mi vida he hecho muchas cosas pero nunca convencida; siempre me he sentido un tanto despegada de mis propios actos.
  • lectorairidiscentehas quoted10 months ago
    «Sin amor, no solo se seca la vida de las personas, sino también la de las ciudades»
  • Nast Huertahas quoted2 years ago
    Nino tiene algo que lo reconcome por dentro, como Lila, se trata de un don y un sufrimiento, no están contentos, no se sueltan, temen lo que ocurre a su alrededor;
  • Nast Huertahas quoted2 years ago
    Una vez en que regresaba con Alfonso por corso Meridionale y lo sentía a mi lado como un escudero que me escoltaba entre los mil peligros de la ciudad, me pareció bonito que a dos Carracci, Stefano y él, les hubiese tocado la función de protegernos, aunque de formas distintas, a Lila y a mí del mal negrísimo del mundo, del mismo mal que habíamos experimentado por primera vez justamente cuando subimos la escalera que llevaba a la casa de ambos, para recuperar las muñecas que nos había robado su padre.
  • Nast Huertahas quoted2 years ago
    Qué sugestiva era la escritura de Lila, contemplé las ollas con creciente inquietud. Me acordé de que siempre le había gustado su brillo, cuando las lavaba se dedicaba a lustrarlas con mucho cuidado. No era casualidad que, cuatro años antes, hubiese hecho caer sobre ellas el chorro de sangre brotado del cuello de don Achille cuando fue apuñalado. Y en aquellas ollas había depositado la nueva sensación de amenaza, la angustia ante la difícil elección que la esperaba, haciendo explotar una a modo de señal, como si su forma hubiese decidido ceder de buenas a primeras. ¿Sabía yo imaginar esas cosas sin ella? ¿Sabía dotar de vida a los objetos, hacer que se torcieran al unísono con la mía?
  • Nast Huertahas quoted2 years ago
    Pero dirigirme a ella suponía seguir reconociéndole una autoridad, cuando en realidad era yo la que ya sabía más que ella. De modo que al principio me resistí. Temía que liquidara mi media página con alguna frasecita minimizante. Temía aún más que esa frasecita me empezara a dar vueltas en la cabeza, inclinándome hacia pensamientos excesivos que después acabaría transcribiendo en mi media página, descompensando así su equilibrio.
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