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Alejandra Moreno Toscano

  • Sara Gabrielhas quoted2 years ago
    abajadores de las minas conservaron siempre su libertad de movimiento. Muchos eran indígenas que habían abandonado sus poblados tradiciona-les y al vivir en los centros mineros evadían las cargas fiscales que pesaban sobre la población indígena. En las minas se pagaban generalmente salarios altos; además, por el sistema llamado de buscones, el trabajador podía llegar a tener una categoría de copartícipe en la explotación de una veta. Entonces recibía un pago proporcional a la cantidad de metal que hubiera extraído.
  • Sara Gabrielhas quoted2 years ago
    Por 1740, después de doscientos años de ser parte dependiente del imperio español, la Nueva España (o México como se le llama ahora) entró en una era de cambios conocida con los nombres de Ilustración y Siglo de las Luces.
  • Sara Gabrielhas quoted2 years ago
    A las mujeres de la alta sociedad, antes tan austeras e introvertidas, encerradas en un hogar del que sólo salían de visita o a la iglesia, les da por reunirse en tertulias, dejarse cortejar y cometer liviandades.
  • Sara Gabrielhas quoted2 years ago
    El Siglo de las Luces fue famoso por los fandangos y regocijos públicos, y las grandes pachangas privadas.
  • Sara Gabrielhas quoted2 years ago
    de las Luces, México creció y mejoró para una minoría de gente pálida, para los nacidos en España y algunos de sus descendientes. Fuera de ellos
  • Sara Gabrielhas quoted2 years ago
    Un contemporáneo de Humboldt, menos decorativo y famoso que el sabio alemán, el obispo de Valladolid, decía que en México sólo había dos grupos: “Los que nada tienen y los que lo tienen todo.” Eran del primero cinco millones de indios, mestizos y mulatos y cerca de un millón de blancos. Pertenecían al segundo grupo, al grupo poderoso y rico, unos veinte mil españoles (dueños de los puestos de mando y de almacenes y comercios) y unos diez mil criollos, poseedores de enormes haciendas y riquísimas minas de plata y de oro. En su clasificación no incluía el obispo a la delgada clase media. Indios, mestizos, mulatos, negros y criollos pobres sólo le deben al Siglo de las Luces el haber procreado una especie humana amiga de los humildes, una clase media que emprenderá en el siglo xviii una tarea filantrópica comparable a la caritativa de los misioneros del siglo xvi, ya no por quedar bien con la divinidad, sino por razones humanitarias.
  • Sara Gabrielhas quoted2 years ago
    Hacia 1760 los jesuitas jóvenes de la Nueva España le perdieron el cariño y el respeto a la vieja España y le cobraron amor e interés a México. Dejan de sentirse vástagos de una raza y comienzan a considerarse hijos de una tierra. Se apartan sentimentalmente de sus coterráneos. Les niegan el título de padres y hermanos a los descoloridos españoles y se lo dan a los oscuros nahuas.
  • Sara Gabrielhas quoted2 years ago
    Se dicen descendientes del imperio azteca y proclaman con orgullo su parentesco con los indios. Éstos, hasta entonces despreciados, empiezan a ser vistos como iguales. El jesuita criollo Pedro José de Márquez defiende la tesis de que “la verdadera filosofía no reconoce incapacidad en hombre alguno, o porque haya nacido blanco o negro, o porque haya sido educado en los polos o en la zona tórrida”. El padre Francisco Xavier Clavijero asegura que los indios son tan “capaces de todas las ciencias” como los europeos.
  • Sara Gabrielhas quoted2 years ago
    Además de indigenista, el incipiente patriotismo de aquellos hombres fue telúrico. Les brotó un amor desmesurado por la geografía de México. Sintieron que su país era un paraíso, una fuente de la eterna juventud, un cuerno de la abundancia; en suma, “el mejor país de todos cuantos circundan el sol”. Proclamaron a voz en cuello: “¡Habitantes de México! Vivid satisfechos porque vuestro suelo no cede a ningún otro, ya se considere lo saludable que es, su abundancia de inocentes aguas y víveres, lo benigno de su temperamento, la hermosura de sus contornos.” Aun los que reconocían el subdesarrollo de México, como el padre Juan Luis Maneiro, gritaban orgullosamente
  • Sara Gabrielhas quoted2 years ago
    Un tercer rasgo de aquel grupo de jesuitas fue su liberalismo intelectual, opuesto al corsé escolástico. El padre Rafael Campoy propuso “buscar en toda la verdad, investigar minuciosamente todas las cosas, descifrar los enigmas, distinguir lo cierto de lo dudoso, despreciar los inveterados prejuicios de los hombres y pasar de un conocimiento a otro nuevo”. Sus colegas dispusieron, para cumplir ese vasto programa, darse a la lectura de los filósofos y científicos europeos. De unos y otros tomaron métodos para la reflexión, la investigación y la enseñanza.
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