"Diario de un canalla. En 1985, abrumado por las deudas y la falta de proyectos en Montevideo, Levrero aceptó trasladarse a Buenos Aires y dirigir un par de revistas de crucigramas dentro de una editorial.
Cuando descubrió que ya llevaba casi dos años viviendo cómodamente, pero sin poder disponer de tiempo para ocuparse de su escritura, reservó las primeras vacaciones para examinar la situación y tomar medidas. El resultado fue Diario de un canalla."