Martin Heidegger y Hannah Arendt se conocieron a inicios de la década del 20. Él tenía 35 años y estaba casado. Ella 17. Fue un romance intenso -y a escondidas- de profesor y alumna. Él filosófo. Quizás el más importante del Siglo XX, alguien que marcó un giro en el pensamiento filofósico. Ella escritora y teórica política.
Aunque estuvieron juntos sólo un par de años, hubo algo que se mantuvo casi inalterable en el vínculo: la tradición del carteo. Comenzaron a escribirse poco tiempo después de conocerse y el intercambio se extendió hasta 1975, algunos meses antes de la muerte de él.
En esta carta, Arendt le habla de amor. Del que tuvieron, de las huellas que dejó en ella y se hace preguntas sobre el misterio de amar a alguien, de descubrir el quién, dice ella. Lee la actriz Alexia Moyano.
***
No me olvides, ni olvides hasta qué punto sé viva y profundamente que nuestro amor se ha convertido en la bendición de mi vida. Es una certeza inquebrantable, incluso hoy, en que yo, que no sabía estar quieta, he encontrado arraigo y pertenencia junto a un hombre que quizás sea de quien menos lo hubieras esperado...Porque el amor, aunque es uno de los hechos más raros en la vida humana, posee un inigualado poder de autorrevelación y una inigualada claridad de visión para descubrir el quién, debido precisamente a su desinterés (…) por lo que sea la persona amada, con sus virtudes y defectos no menos que con sus logros, fracasos y transgresiones. Es que sí, es cierto, nos descubrimos cuando amamos.
Hannah Arendt