En la crisis del coronavirus que en México apenas despunta, hay muchas ausencias. Gran parte del cuerpo productivo nacional se ha quedado en su casa. Pero entre todas las ausencias, hay una ausencia muy notoria: la de las personas de la tercera edad, a cuya grata presencia nos hemos acostumbrado, atendiéndonos en las colas del supermercado. Los ancianos llevan la peor parte: además de la amenaza del virus, deben lidiar con la soledad.