Introducción al liderazgo.
Napoleón dijo una vez: "Un mal general hace más que dos buenos". Se tarda un momento en captar el sentido de esto, pero es lo mismo que nuestro. El refrán moderno dice que "demasiados cocineros estropean el caldo". Es preferible tener un conjunto de instrucciones, aunque sean defectuosas, a tener dos conjuntos de instrucciones perfectas que, cuando se promulgan juntas sin referencia a la otra, causan estragos.
Este es el principio del liderazgo en pocas palabras. Se trata de mantener el enfoque y crear resultados positivos. Lo mismo puede aplicarse a las personas que se esfuerzan por convertirse en líderes. Debe haber concentración y determinación. Se pueden dar consejos, pero no hay que hacerles caso. La historia está llena de líderes cuyos comienzos fueron desastrosos, y si hubieran escuchado a los detractores de este mundo, el mundo sería hoy un lugar más pobre.
El liderazgo puede aprenderse. Algunas personas nacen ciertamente con habilidades de liderazgo, pero esto no es un requisito previo para convertirse en un líder. Más importante es la dedicación al arte del liderazgo. El liderazgo implica entender cómo inspirar, influir y controlar el comportamiento de las personas. No es una simple cuestión de gritar, ni de tener una voz profunda y retumbante, ni de tener una gran estatura física; Gandhi no poseía ninguno de estos atributos, pero consiguió liderar una nación e inspirar a millones de personas en todo el mundo. A veces, el liderazgo puede no ser más que tener un mensaje conmovedor para un público receptivo en un momento oportuno. En sí mismo, el liderazgo no es bueno ni malo; el mundo ha conocido más que su cuota de dictadores malvados y carismáticos.